Ir al contenido principal

Entradas

Destacados

Tres veces

Ella lo contaba siempre con una sonrisa, divertida por la situación. Yo, en cambio, coprotagonista de la historia, sentía cierta vergüenza por haberle hecho tal agravio un día al salir de la guardería. Mi abuela María era – cuesta decirlo en pasado – una persona afable y de buen humor. Con paciencia y cariño conseguía capear los momentos de impertinencia de su nieta sin necesidad de recurrir a advertencias o castigos. Era además generosa, como sólo los que han pasado alguna estrechez en la vida pueden serlo, y su bondad, magnificada por mi mirada infantil, me hizo creer que no había en el mundo persona más buena que ella. Con todo, un día la puse en un aprieto importante. Era un día de junio en Madrid y yo no debía de tener más de tres años. Al parecer, mi actividad preferida en la guardería era quedarme a comer con los bebés menores que yo. Esto no ocurría a menudo, porque lo normal era que mi abuela viniese a recogerme trayendo consigo un polo de hielo sabor cola escondido

Entradas más recientes

AL

Noche de muertes